- Política
- 03.09.2022
Repudio al ataque a la vicepresidenta en el Congreso
Tras negociar con el Frente de Todos, el Pro aprobó el repudio y se fue del recinto
Pidieron “no culpar” a los medios, la Justicia y la oposición por los discursos de odio. “No es la calle ni el recinto el lugar para determinar los culpables de un delito”. Un sesión ejemplar que terminó agrandando la grieta.
Por Alexis Grierson
Tras el impactante atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el pedido prácticamente unánime de bajar los discursos de odio, la oposición buscó otra vez ponerse en voz cantante y protagónica y tras negociar con el Frente de Todos cambios en el repudio desde la Cámara de Diputados, abandonó el recinto.
En las horas previas, había avisado que si no había garantías ni búsqueda de culpables, no bajaría al recinto. La intención, claro está, era tratar de negociar un texto con modificaciones que no apunten no sólo a los medios de comunicación y la Justicia, sino también a ellos mismos.
En el ingreso a la Cámara Baja, también se dio una particularidad: el presidente del bloque de la Coalición Cívica, Juan Manuel López, criticó con dureza a Patricia Bullrich (Presidenta del Pro) al señalar que “Bullrich es de una generación para la que la violencia es una opción".
Cristian Ritondo, presidente del bloque que lidera Mauricio Macri, confirmó antes de irse que “hemos acordado un texto común de repudio a los graves sucesos ocurridos con el ataque e intento de magnicidio a la vicepresidenta de la Nación. Es por ello que luego de votar la resolución, y habiéndose cumplido el motivo de la convocatoria, nos retiraremos del recinto”.
Con una particular postura, criticó la movilización del viernes y la búsqueda de los “generadores de discursos de odio” y pidió que sea la Justicia quien indague en los hechos del jueves por la noche. “Creemos que no es la calle ni el recinto el lugar para determinar los culpables de un delito. Es el Poder Judicial el único que tiene el deber de investigar, juzgar y condenar”.
Finalmente, "instamos a toda la dirigencia política, sindical, empresarial y a la sociedad a condenar el atentado perpetrado y a la responsabilidad y compromiso de erradicar la violencia política y los discursos de odio en nuestro país" cerró.
A medida que transcurrían los minutos -y ya con el Pro fuera del recinto- se conocieron detalles de las negociaciones: desde el Frente de Todos se garantizaron todas las solicitudes del Pro, incluso evitando que “se transforme en un acto partidario lleno de militantes” tal como sospechaban en la oposición, algo que no pasó.
El radicalismo y la Coalición Cívica, que integran Juntos con el Pro, empezaron a deslizar la decisión que tenía el sector opositor de “confrontar directamente con el gobierno”.
Desde el Pro, según confió un dirigente radical que escuchó la postura en el famoso zoom del viernes por la tarde, “temen que al aflojar y ponerse en una postura más dialoguista terminen asumiendo el costo de eso que llaman discurso de odio”. Es decir, el Pro no quiere garantizar gobernabilidad a costas de ser responsable de dichos de algunos de sus dirigentes.
Lo concreto es que el repudio, por amplia mayoría (la Izquierda se abstuvo por los cambios a último momento) fue aprobado y mostró un gesto que debería haber sido más contundente. Y, a las claras, abre un nuevo escenario de grieta más amplia en nuestro país.
Tras el impactante atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el pedido prácticamente unánime de bajar los discursos de odio, la oposición buscó otra vez ponerse en voz cantante y protagónica y tras negociar con el Frente de Todos cambios en el repudio desde la Cámara de Diputados, abandonó el recinto.
En las horas previas, había avisado que si no había garantías ni búsqueda de culpables, no bajaría al recinto. La intención, claro está, era tratar de negociar un texto con modificaciones que no apunten no sólo a los medios de comunicación y la Justicia, sino también a ellos mismos.
En el ingreso a la Cámara Baja, también se dio una particularidad: el presidente del bloque de la Coalición Cívica, Juan Manuel López, criticó con dureza a Patricia Bullrich (Presidenta del Pro) al señalar que “Bullrich es de una generación para la que la violencia es una opción".
Bajo esas tensiones puertas para adentro en Juntos, el Pro hizo su parte: ingreso, negoció cambios con el Frente de Todos, repudió, se paró y se fue.
Cristian Ritondo, presidente del bloque que lidera Mauricio Macri, confirmó antes de irse que “hemos acordado un texto común de repudio a los graves sucesos ocurridos con el ataque e intento de magnicidio a la vicepresidenta de la Nación. Es por ello que luego de votar la resolución, y habiéndose cumplido el motivo de la convocatoria, nos retiraremos del recinto”.
Con una particular postura, criticó la movilización del viernes y la búsqueda de los “generadores de discursos de odio” y pidió que sea la Justicia quien indague en los hechos del jueves por la noche. “Creemos que no es la calle ni el recinto el lugar para determinar los culpables de un delito. Es el Poder Judicial el único que tiene el deber de investigar, juzgar y condenar”.
“No queremos que este hecho gravísimo sea utilizado con el objetivo de generar más dicciones, asignar culpables y mucho menos convertirse en una tribuna para atacar a la oposición política, al Poder Judicial y los medios de comunicación, como lamentablemente vinimos escuchando en las últimas horas".
Finalmente, "instamos a toda la dirigencia política, sindical, empresarial y a la sociedad a condenar el atentado perpetrado y a la responsabilidad y compromiso de erradicar la violencia política y los discursos de odio en nuestro país" cerró.
A medida que transcurrían los minutos -y ya con el Pro fuera del recinto- se conocieron detalles de las negociaciones: desde el Frente de Todos se garantizaron todas las solicitudes del Pro, incluso evitando que “se transforme en un acto partidario lleno de militantes” tal como sospechaban en la oposición, algo que no pasó.
El radicalismo y la Coalición Cívica, que integran Juntos con el Pro, empezaron a deslizar la decisión que tenía el sector opositor de “confrontar directamente con el gobierno”.
Desde el Pro, según confió un dirigente radical que escuchó la postura en el famoso zoom del viernes por la tarde, “temen que al aflojar y ponerse en una postura más dialoguista terminen asumiendo el costo de eso que llaman discurso de odio”. Es decir, el Pro no quiere garantizar gobernabilidad a costas de ser responsable de dichos de algunos de sus dirigentes.
Lo concreto es que el repudio, por amplia mayoría (la Izquierda se abstuvo por los cambios a último momento) fue aprobado y mostró un gesto que debería haber sido más contundente. Y, a las claras, abre un nuevo escenario de grieta más amplia en nuestro país.
- AUTOR
- Alexis Grierson
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- Política
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