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- 09.12.2024
ECONOMÍA
Cerraron 200 panaderías en la Provincia en el último año
Los costos para producir siguen aumentando por encima de la inflación, nunca hubo recuperación después de la devaluación de diciembre de 2023. El consumo cayó por encima del 50 por ciento.
Martín Pinto está al frente del Centro Industriales Panaderos Agrupados del Norte (CIPAN), que representa a 600 panaderías en 20 municipios bonaerenses, asegura que cerca de 200 ya cerraron en la provincia de Buenos Aires. Sostiene que el consumo de pan cayó un 53 por ciento en lo que va del año y que no ve un horizonte positivo respecto a la gestión de Javier Milei que comenzó su gobierno con una devaluación del 118 por ciento que “reventó” al sector.
Pinto dice que tiene muchas historias que le duelen de este 2024. “El otro día vino un panadero al Centro, en Merlo. Un tipo de 65 años que en enero falleció la mujer, que se murió haciéndose mala sangre por el negocio que atienden desde siempre ellos dos. Estaba complicado con un juicio de un empleado, porque tuvo que reducirse. Me avisaron que murió trabajando en su camionetita, porque seguía trabajando porque la jubilación no le alcanza".
“El que consigue un kilo de harina en la escuela o por alguna asistencia, ya no compra pan y hace su pancito para la semana, porque usa esa platita para comprar leche o carne, que encima le subió un 15 por ciento esta semana”, señala a Buenos Aires 12 el dirigente panadero. Subraya el derrumbe de las ventas, que para la otra pata de productos que venden los panaderos, como sandwiches de miga, galletitas y facturas, la caída alcanzó el 78 por ciento.
Esto, reafirma, se vive en todo el territorio de la provincia. En su caso, la panadería la tiene en Loma Grande, un barrio de Merlo, en el oeste del conurbano, y asegura que “sólo hay dos tortas exhibidas en la heladera”. “El año pasado teníamos cinco de cada variedad, pero hoy tengo cuatro heladeras apagadas porque me alcanza con una de dos metros de ancho porque hacemos todo a pedido”, explica. "Hoy fui a la mañana y había una bolsa con las facturas de la semana, y es que, sólo del fin de semana, quedaron ocho latas con cinco docenas cada una, que no se tiran y se donan, pero todo es pérdida de plata”, agrega Pinto.
El escenario, advierte, no mejora y no considera que sea posible una mejoría producto de las políticas del Gobierno nacional. “A esta altura, siempre teníamos pedidos de sánguches o pan dulce artesanal, y ahora no solo no hay nada, sino que encima ni tenemos los precios de las materias primas del pan dulce, por ejemplo”, relata.
La lectura de Pinto es consecuente con los últimos números que publicó Pablo López, ministro de Economía de la provincia. En su red X, subió un gráfico que muestra una caída del 12 por ciento interanual en las ventas de supermercados y un 15 en los mayoristas. En lo que respecta a índices intermensuales desestacionalizados, hubo una caída del 0,4 por ciento de agosto a septiembre en los supermercados y un 0,8 en los mayoristas. “La recuperación de ciertas variables de ciertas variables es heterogénea y se da mayormente en sectores intensivos en recursos naturales, como agro, minería y energía. Los fundamentos del mercado interno continúan en rojo”, completó López su tuit.
Además, para el dirigente panadero, hay algo que no se altera: siempre suben los costos. El último aumento de los combustibles ya se trasladó en los fletes y, de esta manera, noviembre padeció un incremento del 8 por ciento sobre el paquete de costos que tienen los panaderos para producir pan cuando la inflación está por debajo de los tres puntos.
“Mientras que los alquileres te aumentan 20 por ciento cada tres meses, nosotros tenemos el precio del pan congelado desde mayo porque si no no vendemos”, confiesa con un tono de bronca. Por estos días, el precio sugerido del kilo de pan para las zonas del centro es de 2600 pesos, pero para los barrios alejados es de 2300.
Este combo de pésimo rendimiento económico, remata, llevó a cesantías y despidos. Sólo por los cierres de las panaderías, con un promedio de entre 6 o 7 empleados por comercio del rubro, Pinto estima que se perdieron más de mil puestos de trabajo en la provincia de Buenos Aires.
La fenomenal devaluación orquestada por Luis “Toto” Caputo de casi el 120 por ciento detonó el universo de precios para adquirir insumos. A raíz de ese caos, al 31 de enero de 2024 habían cerrado 32 panaderías bonaerenses. Por aquellos días, Pinto detalló que la bolsa de harina de 25 kilos estaba a 8.700 pesos a principios de diciembre y pasó a 15 mil pesos, que en noviembre una margarina de 25 kilos salía 15 mil pesos y en diciembre creció a 53 mil, y que un cajón de huevos que estaba a 8 mil en diciembre se elevó a 30 mil pesos.
El número aminoró levemente su ritmo, pero la esperanza del repunte también. “Ayer estaba con un panadero de 78 años y nos decía que no hay horizonte, que sólo queda aguantar estos tres años sin fundirse”, dice. “Además, hablábamos con los muchachos, que si hacés quilombo te manda a cagar a palos y ¿cuándo viste a un panadero haciendo quilombo?”, analiza y se pregunta el titular del CIPAN.
Dice que otra de las consecuencias de este modelo es que muchas panaderías que cierran se vuelven clandestinas en las casas de los dueños. “Este es un rubro que siempre agachó el loco y quiere trabajar”, resalta. Tiempo atrás, le aseguraron que iba a tener una reunión con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, para ver si podían ser proveedores de las escuelas u hospitales del barrio, pero todo quedó “en una linda charla y nada pasó”.
Estas imposibilidades acrecientan la inestabilidad de los panaderos que, tal como cuenta Pinto, hoy sacan créditos para pagar el alquiler o los servicios, a lo que ahora se agregarán las vacaciones y el aguinaldo de sus trabajadores. “Y que no te agarre un prestamista usurero que se te queda con la panadería”, apunta el dirigente. Define como “terrorífica” la crisis del sector. Cuenta que cada vez son más los panaderos que venden electrodomésticos en cuotas o por la tarde le dejan la panadería a un familiar y salen a trabajar de Uber.
Pinto retrata el contexto con otra situación que lo alarma, y son las páginas de redes sociales de se desarrolla la compra venta de artículos usados de panaderías. “Una de Facebook creció más de 5 mil seguidores, porque son los panaderos que venden herramientas para pagarle a los empleados”, sostiene.
Es que, las 200 panaderías y despachos de pan representan cerca de mil trabajadores, pero Pinto aclara que después existe una enorme porción de locales no registrados o con distintas modalidades para le venta de panificados. “Esos no sabemos, pero son los más endebles y que también caen rápido”, apunta.
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